El chinchinero, una tradición genuinamente chilena
Es posible que al estar caminando por las calles de Santiago o tomando un café lo sorprenda el ritmo de un bombo musicalizando el ambiente.
Al contrario de lo que pasaría en otras ciudades latinoamericanas, probablemente este sonido no provenga de un círculo de tambores ni de un músico callejero cualquiera sino de chinchineros, artistas callejeros típicos del país.
Los chinchineros, tal como los conocemos hoy en día, deambulan por las calles de Santiago y Valparaíso, además de otras ciudades como Concepción, Iquique, Talca y Curicó. Algunos tocan en las esquinas, plazas y mercados, mientras otros sólo trabajan en eventos privados y festivales.
Incluso, algunos chinchineros chilenos han sido invitados a festivales internacionales de organilleros en Europa, donde nadie puede igualar su característico estilo de baile.
"Es una tradición que debe aprenderse desde la infancia, de otra forma es prácticamente imposible," dice a Chile.Travel Guillermo Saavedra, chinchinero de toda la vida.
Saavedra comenzó a aprender el oficio de su tío a los siete años, y en la actualidad le está enseñando a su hijo. "Esta es la tercera generación de chinchineros de mi familia," explica.
La situación que menciona Saavedra no es rara entre chinchineros. La práctica tiende a pasar de generación en generación, de padres a hijos que luego se integran en dúos o grupos más grandes de familiares.
El chinchinero chileno y su historia
El chinchinero lleva un bombo amarrado a su espalda y dos largas varas de madera le permiten tocarlo. El bombo tiene unos platillos encima y éstos a su vez se sostienen con una cuerda al pie del chinchinero.
Mientras el artista baila enérgicamente haciendo acrobacias, el sonido de los platillos y el bombo acompañan sus movimientos. Una mezcla de tap, giros a alta velocidad, vals, danza folclórica y movimientos derivados del tango acompañan los siempre cambiantes y absorbentes ritmos.
La tradición chilena del chinchinero se remonta a los años 20 en la Región Metropolitana de Santiago. Inicialmente el chinchín, o el bombo portátil, se pensó para acompañar a los organilleros del país, quienes tocaban un organillo con ruedas, generalmente junto a su característico mono mascota. En esta época se consideraba a los chinchineros como acompañantes de los organilleros, a pesar de que casi no se hacían notar para no distraer a la gente de la atracción principal.
No obstante, ya en la década del 30 los chinchineros habían comenzado a adoptar tímidos pasos de baile que no son nada comparado con los intrincados pasos que realizan hoy en día. La danza del chinchinero se remonta a don Héctor Lizana Gutiérrez, quien desarrolló el característico baile a fines de los años 30.
Los chinchineros más allá de Santiago
En la década del 60, los chinchineros ya habían llegado a la ciudad portuaria de Valparaíso. En muchas ocasiones trabajaron en espacios públicos junto a organilleros, afiladores de cuchillos, fotógrafos, faroleros y vendedores de diarios.
Con el paso del tiempo estas profesiones o se volvieron obsoletas o comenzaron a trabajar de forma separada, dejando intacta solamente la alianza entre organilleros y chinchineros, el dúo original.
En la actualidad está aumentando de a poco la cantidad de organilleros, pero el leal e inquebrantable chinchinero es quien realmente ha resistido el paso del tiempo.
Mantenga sus ojos y oídos abiertos mientras disfruta de las templadas noches primaverales y aproveche de dar un paseo por las calles de Santiago, sus concurridos mercados y animadas plazas. Con algo de suerte y paciencia puede que se hasta se tope con uno o dos chinchineros.