Lago Icalma, Belleza Perdida en la Araucanía
Para llegar al lago Icalma hay que tener un poco de decisión y emprender el viaje, ya sea por el sector de Temuco a Melipeuco o por el Camino Internacional (asfaltado) desde Curacautín a la Aduana de Liucura, siguiendo desde ese lugar por el camino de ripio hasta Icalma.
Salimos desde Curacautín con una mañana amenazante, incluso cayendo unos débiles copos de nieve. Al llegar a Malalcahuello la nieve se intensifica. Por el camino encontramos el barrenieves de Vialidad listo para iniciar su trabajo en caso de ser necesario. Antes de pasar el túnel de “Las Raíces” la nevada se extiende por todo el valle, vistiendo de blanco las copas de las araucarias y haciendo temer la continuidad del viaje.
La travesía del túnel siempre tiene algo de privilegio. Esta antigua estructura que se comenzó a construir el año 1929, para el paso del ferrocarril, permite que hoy en día, cuando ya se han levantado las vías, que se pueda pasar por este lugar en todo tipo de vehículos. Luego de transitar sus 4.527,61 metros aparecemos en la boca sur con un sol maravilloso que no tiene nada que ver con el paisaje nevado de la boca norte. No obstante, algunas nubes lejanas hacia el sur indican que el tiempo puede cambiar durante el día.
En vista de las circunstancias, no arriesgaremos a adentrarnos unos kilómetros por la llamada ruta de “La Fusta”, camino que se desvía hacia el sur un poco más allá del poblado de Sierra Nevada. Una vez en la primera altura podremos apreciar las bondades del camino, que se mantiene bien estabilizado, a pesar de ser de ripio.
Tal como imaginamos, todavía la nieve no ha provocado estragos en la ruta y decidimos continuar hasta nuestro destino por este hermoso lugar.
Este sector perteneció a la antigua fábrica de madera terciada Mosso, que operaba en Curacautín con una de las plantas más grandes del cono sur de América. Todavía, a lo largo de unos veinte kilómetros pueden verse los estragos provocados por el corte de las milenarias araucarias, árbol que era la materia prima para la fabricación del terciado. Algunos ejemplares yacen caídos en medio del bosque, los que seguramente no pudieron ser transportados por el enorme grosor de sus troncos.
El paisaje es simplemente fascinante, dominado por la esbeltez de las araucarias encaramadas entre las rocas de los cerros que se ubican entre el fundo La Fusta y el valle de Kinkén, donde una comunidad Pehuenche se encarga de proteger esta especie nativa, cuyo corte ahora está prohibido por ley. Como es sabido, de este árbol se obtiene el piñón, cuyo fruto es muy valorado por estas comunidades, que de antiguo era casi el único alimento que comían en invierno, de diversas maneras: cocido, asado o hecho harina, permitiéndoles una suculenta dieta, rica en calorías. Aún hoy es muy valorado por todos los habitantes de la región.